domingo, 29 de octubre de 2017

Y ESE DÍA LLEGÓ COMO VOS NO LO ESPERABAS

Se dormía en su cama soñando en como sería aquel día. Se despertaba imaginando como se vestiría para recibirlo. Caminaba y sentía que no sería cualquier día, sino el mejor de todos, de esos que ni una intensa lluvia podía mojar y ni un trueno podría tapar el ruido que haría...
Muchos días habían pasado, sintiendo a la ansiedad colgada sobre sus hombros. A veces se tornaba pesado, pero otras era la sortija por la que siempre quería una vuelta más. 
Era un día de otoño que parecía ser igual a otros, de esos con el sol haciendo de abrigo al intenso frío mañanero. Caminaba sintiendo la música en sus oídos y dejando que traspase todo su ser para aislarse de la rutina que día a día lo aburría con sus palabras. Llegó al lugar de siempre, al que pasaba cada mañana, al que nunca quería ir pero la inercia sola lo llevaba. Ahí se sentó, se sirvió un café y espero los llamados de aquellos que precisaban de sus servicios para trasladar sus recados. Todo parecía ser igual que siempre, era como esas películas que aunque hagan más partes siguen hablando de lo mismo, y nada nuevo sucede, se tornan previsibles al minuto de haber comenzado. Pero ese día no iba a ser igual, se repetía internamente queriéndose convencer de que algo nuevo ocurriría... Fueron pasando las horas y la monotonía se apoderaba de la escena, iba aplastando la idea inicial de que hoy algo podía cambiar, vaya a saber porque, pero cada minuto seguía devastando esa vaga idea que se había gestado una vez más en la cabeza de alguien que necesitaba que así fuera. El horario de trabajo finalizaba y la rutina estaba ganando una vez más la partida...ya guardando sus cosas sonó el teléfono, y como ya terminaba el horario la duda de atender se hizo presente. En el último ringtone tomó la decisión y atendió...del otro lado una voz femenina preguntaba por su nombre y fue en ese momento que la respuesta de su boca fue la rutinaria, si él habla...a lo que del otro lado se produjo la pregunta, está seguro que él habla...? un silencio se suscitó al punto de no saber que responder. Del otro lado volvieron a preguntar, está seguro que es usted Leonardo el que habla...? el silencio invadía el momento, en su cabeza la pregunta se empezó a tornar intimidante, pero a la vez confusa, hasta llegó a dudar si era él Leonardo el que hablaba...inmediatamente respondió medio entrecortado, si soy yo...de nuevo la voz, ahora más masculina y más intensa, replicó, está seguro...? Leonardo se quedó atónito al escuchar ahora una voz masculina y no entendía porque él mismo también dudaba de su nombre, porque él mismo dudaba si realmente era aquel Leonardo por el que preguntaba esa mujer/hombre del otro lado...en ese momento pareció detenerse todo, miles de imágenes vinieron a su cabeza preguntándose realmente si él era la persona por la que estaban preguntando...Fue en ese instante que a su cabeza vino la imágen de cuando era pequeño y jugaba con su pelota de fútbol naranja la cuál era su favorita, y que no quería ni deseaba otro juguete que no sea ese para pasar sus tardes, aunque lo que le trajeran, para persuadirlo y que dejara de jugar un poco con aquél balón, sea lo más caro y hermoso que podía existir, nadie lo convencía de lo que él amaba, de lo que más lo hacía feliz. Y sí le sacaban su pelota el lloraba, se revelaba ante eso, y buscaba aunque sea una piedra para seguir jugando a lo que tanto placer le daba...nadie podía imponerle sus ideas de la felicidad, nadie le iba a vender a él con que se iba a divertir más, porque lo que sentía cuando pateaba ese balón naranja no lo sentía con nada, así fuera lo más caro del mundo, así fuera lo que otros morían por tener, porque él ahí era Leonardo, porque con ella se olvidaba de todo lo demás, porque cuando la perseguía no había nada que lo distraiga, solo quería patearla para volver a sentir esa sensación de éxtasis que se iba repitiendo en cada remate...el regocigo que le producía aquello no era comparable con nada...ahí él soñaba.
En ese momento volvió en sí y adelantándose a la repregunta de la intensa voz, le respondió...yo no soy Leonardo, él nunca trabajo aquí, cortó el teléfono agarró sus cosas y nunca más regresó a aquél lugar.
SOÑANDO LO PERFECTO

No la conocía, pero empezó a conocerla hasta llegar a sentirla propia.
No sabía porque pero cada vez que hablaba sentía que tenía algo nuevo para decirle,
y cuando dejaba de hablar sentía que se había quedado con ganas de decirle algo más.
La sentía en todo momento, la percibía en cada palabra, en cada pensamiento.
Era de esos dulces que nunca empalagan, aunque sean de los más dulces.
Pensarla era hermoso, recorrer cada uno de sus lugares, mirarla sonreír aunque
esa sonrisa estuviera lejos, le producía a él muchas ganas de reír a su par.
Era realmente un sueño porque nunca la había conocido aunque en cada mañana
su nombre era lo primero que le venía a la mente, su cara en primer plano y su
voz retumbaban en sus oídos dándole los mejores orgasmos a su alma.
Pero aveces los sueños quedan ahí congelados y te despiertas sintiendo esa
cachetada que no hace mas que despabilarte y perderte de la mirada mas bella que habías soñado.